Todos los seres humanos tenemos en nuestro ser ese deseo de grandeza, queremos satisfacer nuestro “ego” y lo mismo sucede con los emprendimientos. Cuando intentamos crear nuestra propia empresa y esta comienza a crecer progresivamente comenzamos a sentir esa necesidad de contarle al mundo que somos “grandes” aún cuando el único trabajador de la empresa seas tú.

Posteriormente comienzan los excesos puesto que olvidamos los gastos fijos de la empresa, el flujo de caja y pensamos que todos es ganancia. Como consecuencia de esto comienzan los gastos desmedidos hasta el punto del fracaso.
A muchos de nosotros nos ha pasado esto en algún momento, especialmente cuando en tu “gen” se encuentra el emprendimiento y comienzas en este mundillo desde joven. Por ello en este articulo quiero hablar sobre la importancia de “madurar una empresa”, no se trata de tener éxito cuando tú lo desees sino cuando sea el tiempo correcto o sean las condiciones perfectas.
Y entendemos estas últimas como la capacidad emocional e intelectual para hacer frente a una compañía de enfoque internacional y crecimiento progresivo. Porque en algún momento dejarás de crecer y necesitaras mucha capacidad emocional para asimilar ese golpe. Si al leer este artículo llevas varios fracasos encima, felicidades ya estas más cerca de alcanzar tus objetivos.